D-Day 2

D-Day 2

Hola a todxs y bienvenidxs a otro episodio más de “Diario de una treintañera” este va a ser otro recorrido por cómo fue para mi comenzar la treintena, y sobra decir, que será un recorrido totalmente improvisado y en el que pueden surgir como en el episodio anterior divagaciones, irme por las ramas de una forma muy descarada, y pido disculpas de antemano.

En el episodio anterior partíamos de que os explicaba un poco como había sido de repente empezar a cuestionarme muchísimas cosas que hasta ese momento no me había parado tan en serio a pensar, que derrumbaron todos los pilares en los que me había construido y criado, de repente me di cuenta de que tenía siempre que contar únicamente conmigo misma para el resto de mi vida, y tuve que tomar decisiones que sin lugar a duda cambiaron el rumbo de todo.

Me di cuenta de una forma cruel pero necesaria de que desde ese mismo momento siempre iba a estar sola para todos los momentos de mi vida, todo lo que decidiera desde ese momento, todo seria por mi ahora y para la Lucia del futuro, que podría encontrarme con muchas personas en mi vida que me brindaran muchas cosas buenas, pero que el lugar, el amor, el valor y decisiones que tomara e hiciera por y para mí, eso sería únicamente mío, mi responsabilidad, mi destino, mis errores, mis aciertos, siempre lo fueron, pero desde ese momento había tomado la decisión de que lo serían aún más.

Así que además de tomar decisiones muy importantes, las estaba tomando en el peor momento de mi vida.

¿Qué por qué era el peor momento?

Había terminado una relación de creo, 2 años, casi 3, había distanciado de mi a personas que no merecían mi presencia en sus vidas, incluyendo amistades, claramente, estaba sin trabajo, mucho tiempo libre, cero amistades, así que os podéis imaginar.

Empecé a tomar decisiones muy importantes, como por ejemplo, que no estaba dispuesta a escoger trabajos a largo plazo que no fuesen del ámbito laboral en el que me quisiera meter, por muy desesperada que estuviera, aunque eso implicase que tenía que luchar conmigo misma y mi odio visceral a depender de otros y mucho menos de la persona de la que venía mi dependencia. Mi padre. Este es un tema del que os hablare en otro capítulo de mi vida, que está sucediendo en la actualidad, en la que escribo todo esto, pero como me he propuesto hacer un repaso por sucesos de mi vida desde los 30, prefiero ir en orden.

Fue una lucha constante, entre mi dolor por no encontrar mi lugar, por mis prisas, mis ansias, mi odio y rechazo a la ayuda económica que recibía por su parte, aunque literalmente no me quedase de otra, fueron casi dos años de sequía laboral, aunque tuve mini experiencias laborales, pero no en los ámbitos que quería y mucho menos experiencias en las que me quisiera quedar, y a pesar de todo esto, fueron dos años de muchos cambios.

Creo que guardaré en mi memoria para siempre ese trance de los 32 a los 33 y en los 33 años, en donde no paraba de cuestionarme todo el tiempo, me preguntaba si debía seguir luchando, me preguntaba si todo esto en algún momento valdría de algo, había días en los que perdía toda la fe en mí misma y en si en algún momento encontraría mi lugar, no paraba de decirme “¿por qué sigo aquí?” No puedo más” “Estoy cansada” “Quiero acabar con todo esto”

Pero ¿qué es lo que convierte a una Yoongibiased en una verdadera Yoongibiased? En ser una jodida perra superviviente, “Yoongi no crió perras débiles” como dicen algunas ARMYS, y es totalmente cierto, me lamí mis propias heridas mientras supuraban y solo seguí, y seguí, y era un día a la vez, una crisis a la vez, un día me quería morir y al siguiente me estaba descojonando viendo un Run BTS, un día quería mandar todos mis intentos y fuerzas a la mierda, y otro estaba con la pila cargada para darlo todo.

Lo cual, todo esto me ha enseñado que, aunque ya supiera de siempre que la vida es una total montaña rusa de emociones me reforcé aún más en la creencia en que a veces tenemos que estar en el fondo para impulsarnos y subir, pues ya me había pasado anteriormente, pero esta vez supe que aquel si había sido el verdadero, oscuro y terrorífico fondo, y que esta vez ni siquiera estaba lejos de la superficie.

Así que.

Seguí.

Le doy las gracias a aquella Lucía, por su fortaleza y entereza, por sencillamente seguir adelante. Como dijo Yoongi una vez, “A veces la gente te hace creer que debes hacer algo extraordinario para poder salir de una crisis o de una depresión, y no es así, sencillamente debes seguir adelante”. Y la verdad es que tenía toda la razón y creo que el aprendizaje final es que te acabaras dando cuenta de que en realidad si hiciste algo realmente extraordinario, seguiste adelante, ya solo ese hecho de tomar esa decisión de seguir a pesar de todos los golpes, ya te convierte en un ganador, en un valiente, hiciste algo extraordinario.

Seguir vivo.

A veces vulgarizamos el estar vivos, y no nos damos cuenta de la inmensa suerte de poder decir que estamos vivos y que tenemos lo esencial para vivir, salud, un techo que te cobije y alimento. Una vida digna.

Hasta aquí, el post de hoy que no me quiero alargar más, que ya os he dado bastante la turra.

Nos veremos en otro post de “Diario de una treintañera”, en donde os contaré como fue la forma en la que salí de toda la vorágine de dolor y ansiedad que estaba sufriendo.

Y si habéis llegado hasta aquí, os doy las gracias un día más.

Y recuerden, no todos los días son buenos, pero sigue adelante, te prometo que en algún momento…

Lo serán.

Os quiero

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